Martes, 19/09/2006 @ 11:01 AM

Bare Suyum

Bien, visto que está de moda hablar de ello, y sobre todo leídas algunas cosas que he leído, creo que yo también voy a aportar -de derecho- mi granito de arena a la historia del ¿equipo? Bare Suyum...

Hace ya mucho tiempo, cuando el Bare empezó a ser el Bare, Es y yo jugábamos casi a diario allí, partiditas de pique entre los dos, cuando ella aún me ganaba por 600 puntos al Cricket. Fernando, el tipo nuevo que acababa de comprar el "Edén", nos miraba jugar y animaba a Esther a seguir aprendiendo. "Si sigues así te meto en un equipo" le decía más de una vez.

Con el tiempo sucedió que de jugar dos pasamos a jugar 4, cuando Ral y Cris se apuntaban también a menudo. Hasta que surgió la propuesta. Fernando se nos acercó un día y nos dijo a Es y a mí: "¿Por qué no buscáis otros dos y os inscribís en la liga? No cuesta nada y os invitan a cenar después de cada partido"

La otra pareja la teníamos. Ya estaba el equipo. Nació, como nacen las cosas buenas, por casualidad, como una broma entre colegas... "¿Por qué no? No tenemos nada que perder. Además, no queremos ganar, sólo jugar y echarnos unas risas, conocer gente... ¡y cenar gratis!"

Esa primera temporada de Cricket fue todo un éxito. Jugábamos igual que siempre, pero estábamos en una liga. Aunque nunca nos importó si ganábamos o perdíamos. Sólo estábamos para divertirnos. Más tarde se unieron Ana y Alfredo (el "Capi", aunque Es siempre fué la capitana, el alma del equipo). Incluso Javi (Calvin) tuvo su oportunidad en las filas del Bare Suyum, y la piña creció con Mikel (el padre del famoso slogan "Oso Ondo, chavales") y las ganas de Rafita y Jaime.

El tiempo pasó deambulando de ligas Cricket a 301, pasando siempre por las copas K.O., y las circustancias de la vida llevaron a los lazos de unión originales del equipo a romperse sin remedio. Pero aún las cosas no eran determinantes, porque prevalecía el espíritu del equipo.

Ya el último año todo había cambiado de un modo radical. De pronto no jugábamos por jugar o divertirnos. La sombra de aquellos Vallekanos ofreciendo pasta a un jugador por cambiarse planeaba sobre Bare Suyum. "Yo nunca haría una cosa así" decíamos todos. Pero la realidad fue bien distinta.

El rumbo del equipo pasó a ser unilateral. La capitana decidía por todos y ninguno tuvimos las ganas o el valor de llevarle la contraria en las ocasiones en que discrepábamos de sus decisiones. Tras un año de decisiones unilaterales, la gota que colmó el vaso llegó el día en que Es decidió por decreto ley quién se cambiaba en un partido. En aquel momento tuve clarísimo que el Bare Suyum, tal como nació, había muerto. Ya no eramos una piña de colegas jugando por pasarlo bien. Ahora eramos una especie de selección donde el nivel prevalecía a las ganas, al buen rollo, a los colegas... Ha pasado más de un año y ya carece de todo sentido, pero aún no he tenido una explicación -tal vez porque nunca la hubo- a aquella decisión.

Hoy leo en dos blogs la noticia a modo de esquela. "Dejamos el equipo". Una vez más, la decisión es unillateral, decidiendo una o dos personas qué es lo mejor para el resto. Bueno, en realidad, eso es lo que dicen. Deciden lo que es mejor para ellas, y eso no pienso criticarlo. Cada uno está para eso, para decidir, en cada momento, qué es lo mejor para sí, y afrontar las consecuencias de esa decisión.

Pero lo que ya no soporto es ese rollo casi victimista. La decisión no sólo es unilateral (dejémoslo en personal) sino que se ha tomado a espaldas del equipo, y demostrando una vez más que el equipo no es lo que pretendía ni, por supuesto, lo que fué. Me sorprende leer ahora cosas como que alguien se sentiría más culpable si no entendieramos su decisión, como si el sentimiento de culpabilidad dependiera de eso.

No puedo criticar la decisión de dejar el equipo. Es más, por un lado, me "alegro" (entre muchas comillas) porque este cambio implica que yo puedo volver al equipo que dejé por incompatibilidad de opiniones con la "directiva". Pero si voy a criticar que se haga como se ha hecho, y que además se me venda el cuento de "pobrecitas nosotras que hemos tenido que hacer esto porque era lo mejor y me ha costado mucho tomar esta decisión.

Una vez más tengo que mirar atrás y lamentarme de que las cosas se hagan tan mal.

PD.- Buena suerte allá donde vayáis, chicas.

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