Jueves, 01/03/2007 @ 04:46 AM

Monzón

En esta ciudad no llueve, aquí el cielo llora a mares, literalmente. Cuando llueve, los edificios de enfrente no se ven tras la cortina de agua que nos rodea. Además, estando en una planta 31, la lluvia literalmente nace justo sobre nuestras cabezas.

El viento suena como si fuera una peli de miedo, entre los árboles de un bosque oscuro de hierro y hormigón, un bosque gigantesco inerte, adornado con millones de luces de colores para parecer inofensivo.

Esta es una lluvia extraña, una cortina capaz de traerte las más dispares sensaciones, aunque generalmente tienen mucho que ver con la nostalgia.

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