Nunca suelo reenviar este tipo de cosas porque muchos las consideramos Spam, y mucho menos sueloe scribirlas. Pero llevo una época en que todo me llega tan deprisa que no puedo evitar escribirlo...
 
    Parece mentira el ritmo que llevamos. Día tras día me pongo a leer noticias y sólo encuentro más de lo mismo: odio creciendo por todos los lados. Una espiral de odio. Un odio, como la gran mayoría de los odios, irracional por completo.
 
    No puedo evitar sentir una rabia profunda al ver como nos van radicalizando más cada día. Y es que lo más triste de todo es que esos radicalismos no vienen de nuestra propia naturaleza o ideología, sino de pensamientos impuestos o más bien inducidos.
 
    Hoy se oye hablar contínuamente del famoso "boicot" a los productos catalanes, y su correspondiente "contraboicot" a los productos españoles. Y la espiral sigue girando. ¿Qué será lo próximo? ¿Levantaremos el muro de la vergüenza como en Palestina? ¿Qué queremos para nuestro futuro?
 
    Y es que a diario nos dejamos influir por fuentes poco o nada fiables. Hace bien poco una amiga mía de Barcelona me preguntaba intrigada si yo hacía el boicot a los productos catalanes. Hoy escuchaba en la tele cómo un representante de los productores de cava afirmaba tímidamente que sí se había notado -pero no de manera significativa- un descenso en las ventas. Ayer ví en un periódico el panfleto de boicot a los productos españoles -el del famoso "PUAAAJJJJ". Meses atrás me llegó de refilón algo acerca de una "carta" que circula por los emails promoviendo la recogida de firmas para exigir que la Cope cese a Jimenez Losantos en su programa de las mañanas. El lunes leía cómo un iluminado independentista catalán comparaba el boicot con la persecución Nazi a los judíos...
 
    Yo particularmente no conozco ni una sola persona que vaya a hacer ni el boicot ni el contraboicot, aunque sí conozco a varios que piensan que el grueso de la población está sumida en la manía boicoteadora. No sé quién está detrás de esos fomentos de odio, pero cada día nos radicalizan más con ideas que, a la hora de la verdad, no resultan tan ciertas.
 
    Que haya gente que haga boicots, del mismo modo que hay radicales -locos- que afirman que habría que pasar a cuchillo a todos los independentistas -o a los fascistas opresores, según del lado que miremos el radicalismo/locura- es algo innegable. Pero que el resto de personas "normales" asumamos esas excepciones como muestras de la mayoría es sencillamente un disparate que sólo lleva a acelerar más aún la espiral.
 
    Cuando hace unos días estuve en San Sebastián, al volver recogí a una amiga en Tolosa, y nos paramos a tomar algo en el bar de sus colegas antes de irnos. Al llegar al bar nos encontramos con la Herrikotaberna de Tolosa, llena de carteles cuyo texto a mi pesar no entendía, pero cuyo mensaje quedaba obvio incluso para quienes no sabemos euskera. Las banderas de la Ikurriña y del "Euskal pressoak Euskalherrira" -o como se diga, me perdonen quienes lo sepan- rodeando con cadenas fotos de presos con sus caras más dulces, tallas del tetráskel en las maderas de la barra, y la inconfundible hucha estrellada para las donaciones a la causa. No era la primera vez que entraba en una, pero gente que venía conmigo sí, y más tarde me confesaban la confusión de sentimientos acerca del lugar y la gente.
 
    Mucha de la gente que allí estaba y que apoya esas causas confunden términos y están sumidos en la misma espiral de la que antes hablaba. Ellos no apoyan explícitamente -al menos en su mayoría- a asesinos y terroristas, pero sin embargo sí piden absoluciones para lo que ellos llaman "presos políticos". Muchos de los chavales -pues casi todos eran realmente jóvenes- que aparecían en aquellas fotos están presos por violencia callejera, quema de cajeros y autobuses, y en muchos casos por apología del terrorismo. No voy a meterme en discusiones acerca de lo justo o injusto que es su encarcelamiento, aunque me de rabia que muchos de los que allí estaban no fueran capaces de ver las razones de sus condenas, pero sí quiero puntualizar que esa gente no son presos políticos, y que alguien por intereses que no termino de comprender, se empeña en hacer creer a los que estaban en aquel bar que si estaban encarcelados era tan sólo por el odio acérrimo que sentimos todos los españoles por los vascos.
 
    El mismo odio que a la vuelta de la espiral lleva a mi primo a afirmar en Bilbao hace un año que habría que pasar a todos a cuchillo, un odio que no se muy bien quién le habrá inculcado haciéndole pensar que todos los que paseaban por el casco viejo de Bilbao son etarras asesinos de españoles.
 
 
    Pues bien, lo único que pretendo con todo este rollo que estoy soltando, es que nosotros, que al fin y al cabo somos quienes mañana dirigiremos las cosas en este país, pensemos un poco antes de radicalizarnos más, y nos empeñemos en el sentido crítico de las cosas, siendo capaces de ver más allá de lo que nos llega, escuchando todas las opiniones, incluso las radicales, pero nunca estancándonos en una, para evitar ser radicalizados. Sólo cuando seamos capaces de escuchar todas las voces de manera crítica podremos comprender que todos estamos en el mismo barco, que queremos básicamente las mismas cosas, y que el entendimiento y el alejamiento de los radicalismos es la única vía para conseguirlas, y que si no paramos esto la espiral terminará girando demasiado deprisa y acabaremos todos a tiros -y no, no es una exageración- Nosotros podemos parar esto, con algo realmente sencillo: PENSAR. No puedo terminar sin repetir esa frase que cada día me gusta más: "El racismo es una enfermedad que se cura viajando"...
 
 
    Perdonad el rollo, y si os parece oportuno, pasadle este panfleto a todos aquellos que creáis que puede hacerles pensar.
 
-Kali dixit, kali drinkit-
 
 
PD.- Un besito para las mencionadas en el mail que también están entre los destinatarios.
 
PPD.- ¡Feliz navidad!