Lunes, 16/05/2005 @ 11:53 AM

De como un pequeño detalle puede alegrar un día (o una semana)

Otro fin de semana en el que no he descansado nada, otro fin de semana en el que acabo peor que empiezo, pero otro fin de semana en el que termino sacando muchas más cosas buenas que malas.

Contra todo pronóstico, debo admitir, porque empecé realmente mal el jueves por la noche, y pensaba que empezaría uno de mis descensos en picado en la sinusoidal de ánimo.

Aun así he ido consiguiendo hacer algo que llevo tiempo intentando y que cada vez se me da mejor: darle más importancia a los pequeños detalles y menos a las cosas que a priori pudieran parecer mucho más enormes, pero que si te fijas bien tienen la misma entidad que los detalles pequeñitos: son cosas que pasan. La importancia, su entidad de "detallito" o de "gran evento" sólo depende del cariz que quieras darle tú.

Así que me he dedicado a hacer "grandes eventos" de las cosas que generalmente hubieran sido "pequeños detalles", y aunque todavía me queda mucha práctica para lograr que eso sea así sistemáticamente, creo que me pondre un PA de los de cuando éramos canis.

He tenido mis grandes eventos en reirme de las discusiones tontas, en ver a Da cantando en bolas en la escalinata del Viaducto, en un bocata de lomo con pimientos, en el "siatsuuuu", en el "one for the road"... pero sobre todo he tenido mi gran pequeño evento en un brillo acojonante en la sonrisa de quien me hablaba de algo tan tonto como un par de manchas. Joder, que parecía un anuncio de esos de "las manchas enseñan a vivir" pero se convirtió en un grandísimo evento porque, después de un montón de tiempo he podido ver como una persona recupera una sonrisa que no mereció perder nunca.

Claro que todo cuento de bien tiene sus partes de mal... también he tenido mis pequeños malos momentos. Como confirmar todo lo malo del jueves, que sólo ha traido mal y mal y más mal a mi vida. O como compartir coche con quien espero no repetir nunca jamás, porque me cago en la hostia, lo inconsciente que es alguna gente al volante, pero hasta ahora sólo lo había comprobado desde mi coche cuando veía un gilipollas al volante, nunca desde el asiento de atrás de uno de esos gilipollas.

Así que como moraleja del finde, dejar de pensar en mis pequeños malos detalles como que sólo me quedan 5 euros, y pensar más en los grandes eventos como las fiestas de confetti y globos.

Sin alas, eso sí.

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