Martes, 08/02/2011 @ 07:16 AM

Distance

Distancia, un mundo entero separandonos, y yo nunca se si el mundo es sólo físico, si es sólo el hecho de estar al otro lado del globo, o si realmente lo que nos separa es mas profundo que la fosa de las Marianas.

Hace tiempo que mis armas no funcionan. Mis dedos no funcionan como antes, mis palabras no llegan tan profundo como una vez lo hicieron, y tal vez ya nunca lo vuelvan a hacer. Y si he escogido la palabra "armas" para describirlas es precisamente porque cuando esto sucede me siento así: desarmado, indefenso. Sólo de pie en una roca frente al mar batiente que azota la costa una y otra vez, y por más determinación que tengo a mantenerme ahí de pie ya no tengo la confianza de aquel tiempo atrás en que sabía que ni todos los elementos podrían derrocarme de ese, mi reino.

Y como a Jesús en la Biblia, mis demonios vienen a tentarme a abandonar, a decirme "ya está chico, lo has hecho lo mejor que podías y has triunfado donde otros muchos han fallado, pero ahora es tiempo de darse la vuelta y dejar que el mar siga su curso". A fin de cuentas, quién soy yo para pretender detener el ritmo de las mareas, del oleaje.

Ya no sé si soy mucho, poco, o nada de lo anterior. Tal vez sólo soy pretencioso e inconsciente de mi verdadera naturaleza. O al revés: me infravaloro y soy inconsciente de mi verdadera naturaleza. Un Dios del mar siendo abatido por sus propias olas.

Pero como escribiera Sir Therry Pratchett, un Dios a quien sus fieles dejan de venerar pierde todo su poder, y se convierte en una indefensa, inofensiva y frágil tortuga que sólo puede vagar por los caminos tratando de llamar la atención y de conseguir que alguien le devuelva su antiguo poder, maldiciendo y amenazando a su alrededor como si aún lo poseyera, desposeído de todo lo que lo hacía especial se convierte en un viejo huraño que no puede hacer nada más que maldecir y gruñir.

Y ahí queda esa tortuga, sobre sus patas traseras, los brazos abiertos desafiantes contra el oleaje, insegura de si la siguiente ola se la llevará lejos destrozándola contra las rocas a su espalda, insegura a la vez de si algún águila estará sobrevolando con sus agudos ojos clavados en su caparazón...

...y soñando con tiempos mejores.

Distancia. Distancia que duele. Distancia que sólo alimenta inseguridad. Distancia maldita.

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