Uno aprende a veces
Hay quien, sin querer, encuentra verdades escondidas entre los pasos de una puerta, en el silencio de una hoja en
blanco o en el momento justo del cambio de hora.
Hay quien descubre queriendo que la verdad no existe y saben que, como la estatua escondida en la pieza de mármol, el
resultado depende de quien lo crea. De crear y de creer.
Y a un lado de todos esos, ni por encima ni por debajo pero a un lado, están los prestidigitadores de palabras, que
como por arte de birli-birloque convierten las sensaciones que tocan en verdades preciosas. Sin palomas ni burbujas
ni naipes pero de la forma más bella.
Después de un tiempo, uno aprende la sutil diferencia entre sostener una mano y encadenar un alma, y uno aprende que
el Amor no significa recostarse y una compañía no significa seguridad.
Y uno empieza a aprender que los besos no son contratos y los regalos no son promesas y uno empieza a aceptar sus
derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos, con la gracia de una mujer y no con el dolor de un niño
Y uno aprende a construir todos sus caminos en el hoy, porque el terreno del mañana es demasiado inseguro para
planes. Y los futuros tienen una forma de caerse a la mitad, y después de un tiempo uno aprende que si es demasiado,
hasta el calorcito del sol quema.
Así que uno planta su propio jardín y decora su propia alma, en lugar de esperar a que alguien le traiga flores. Y
uno aprende que realmente puede aguantar, que uno es realmente fuerte, que uno realmente vale, y uno aprende y
aprende con cada adiós, uno aprende.
-Jorge Luis Borges-