Martes, 24/05/2005 @ 01:55 AM
Misión diplomática
Hoy posteo desde casa, porque por fin he arreglado la puta fuente del PC
de casa que se había quemado. Pondré fotos (además de mi nevera ya no
tan llena) de la cantidad de carbonilla que tenía el ventilador, y de
cómo se ha quedado mi suelo...
El título del post viene a lo que sucedió ésta tarde. Por decirlo de
alguna manera, fui en "Misión diplomática" a intentar firmar un "Tratado
de armisticio". Llámalo "Pacto de no agresión" aunque nunca -bueno, tal
vez un día sí- nos hemos llegado a agredir...
Esta tarde llamé a Esther para quedar un rato con la excusa de
devolverle unas cosas que tenía suyas. Pero debajo del -como dice mi
madre- "devuélveme el Rosario de mi madre" en realidad lo que quería era
evitar la situación a la que llegábamos.
Como dije hoy a Mamen, "odio odiar" y no podía seguir por ese camino,
porque aunque las cosas hayan cambiado tantísimo y aunque hoy todo esté
tan roto, sigue siendo una persona muy importante para mí, y últimamente
me estaba trayendo de cabeza cuesta abajo la situación en que nos
habíamos metido.
Creo que he podido ver que parte de lo que me iba pasando estos días
tenía que ver con que, al mirar atrás, sólo podía encontrar vacío,
decepción y profunda tristeza. Y lo cierto es que ese vacío que ninguno
nos merecíamos me estaba rompiendo todos los esquemas.
Imagina que un día te levantas queriendo contar algo de tu vida a una
persona que siempre estuvo ahí, con quien en mayor o menor medida
siempre podías contar, y que lo mínimo que te prestaba era un oído que
muchas veces es más de lo que muchos dan. Imagina ahora que cuando
buscas a esa persona te das cuenta de que es una imagen borrosa de un
pasado que no existe, que por alguna razón que desconoces estuvo ahí
pero no está -el pasado- como si se tratase de un deja-vu o algún tipo
de sueño, o de leyenda, o de recuerdo vago dejado por una lobotomía.
Porque esa persona no existe y su recuerdo desapareció con ella. Esa
persona, como cuando se murió mi tío, de repente ya no estaba y no había
nada que pudiera hacer al respecto. Estuvo (¿estuvo?) y ya no está.
Poco a poco eso va minando la mente. Porque es como si en el puzle de tu
vida una pieza hubiera desaparecido. Si habéis hecho puzles alguna vez,
sabréis que cuando una pieza desaparece no hay manera de sustituirla. Se
queda un hueco en mitad del puzle que no se puede más que intentar
parchear, pero todo será en vano porque pongas lo que pongas no tendrá
nada que ver y no encajará bien.
Todas esas sensaciones han quedado más o menos aparcadas hoy. Hemos
celebrado con un abrazo el haber estado más de 30 minutos seguidos
hablando, de trivialidades y de cosas importantes, sin tirarnos pullas,
sin atacarnos, sin mordernos, sin odiarnos.
Y para mí el momento más inconmensurable aunque haya pretendido
permanecer totalmente impasible ha sido cuando ha dado el paso adelante.
Un armisticio significa algo triste porque implica que ha existido una
guerra. Pero habrá que quedarse con lo bueno, que la guerra terminó.
Sólo espero que esta paz sea algo real y bueno para todos, no sólo para
nosotros sino especialmente para toda la gente que está de un modo u
otro más o menos enmedio (o a los lados) y que también estaban
terminando afectados con el tema.
Supongo que no quiero dejar de agradecer a la gente que ha estado ahí
aguantandome (aguantandonos) los malos momentos y se han comido más de
una y de dos mierdas que no les correspondían. Y también a ella por dar
el paso adelante.
Aunque pueda parecerlo poco, me alegro muchísimo de haber ido hoy.
-kali dixit, kali drinkit-
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