Lunes, 03/10/2005 @ 07:24 PM
Atrasao 1 - Brasil
Hace ya una semana, pero por varias cosas no he podido hablar hasta hoy de mi viaje a brasil...
Lo primero, el viaje fue un poco coñazo por lo largo. Al menos el de ida me topé con 3 brasileños
majísimos con quien me pasé la noche entera de risas y pimplando vino a costa de Iberia. Hasta el
punto de que las señoritas azafatas nos llamaron la atención unas 20 veces y terminaron hasta los
percebes de nosotros. Pero al final fueron 10 horas de risas entre Madrid y Sao Paulo.
Allí me tocó esperar un ratazo para coger otro vuelo a Salvador, donde realmente iba. Y al menos ese
vuelo ya fué con luz de día, por lo que tenía algo que ver por las ventanillas.
La costa de Bahía y concretamente la de Salvador desde el cielo es una auténtica pasada. El avión
sobrevoló toda la costa mientras bajaba y por la ventanilla podía ver perfectamente las rocas, los
barcos... una genialidad. Después hace la aproximación al aereopuerto pasando por encima de toda la
ciudad, y ya en ese momento te das cuenta de lo descomunalmente enorme que resulta la ciudad. Vas
bajando altitud y no dejas de ver casas y casas y casas por debajo, casi todo barriadas de favelas.
Los dos primeros días allí fueron para turistear un poco, y me llevé mi primera dececpión. Salvador es
una ciudad que parece no haberse tocado desde hace 150 años, a excepción de los complejos hoteleros
-que parecen llevar sin arreglar "sólo" 50 años-. Mucha gente anda descalza por las calles, y hay
cantidades acojonantes de niños que son felices jugando con una cometa que se han fabricado con una
lata de cocacola y una hoja de papel.
Por supuesto, el rollo típico de las brasileñas, que es una de las cosas que de alguna manera esperaba
ver, fue la segunda decepción. La verdad es que son bastante normalillas a decir verdad en cuanto a
media, y en general están mejor ellos que ellas.
Tercera dececpión: El barrio viejo -el Pelourinho- resulta estar lleno hasta la bandera de crios que
te dan la paliza durante una hora para que le des unos reales, y si se te ocurre la temeridad de darle
uno a alguno de ellos, creas una marea de crios pidiendo que les des uno a cada... con lo que al final
no puedes ni ver el barrio.
Después fuimos al congreso de Isis, y volvimos a tener pegas, pues la organización dejó mucho que
desear y se olían manos poco limpias detrás de todo el desaguisado. Aún así hice muchos y buenos
amigos, especialmente entre la delegación de Argentina, y conseguí bastante apoyo en toda la cizaña
que metí con el Software Libre, por lo que terminé muy contento. Ahora tengo que terminar de
materializar todo esto en algo productivo, pero tiempo al tiempo.
La vuelta fue mucho más aburrida... no encontré casi nadie majete con quien pasar las horas del vuelo,
y además fueron más horas de espera en Sao Paulo que a la ida... con lo que tardé 23 horas en llegar a
Madrid, cambio horario incluido, lo justito para irme al curro nada más aterrizar.
Lo cierto es que volví con un pequeño sabor agridulce. Me gustó mucho la experiencia aunque reconozco
que esperaba algo más, y que durante toda la semana tuve esa sensación extraña de pensar que podía
haberlo disfrutado mucho más... esa maldita certeza de que si una persona en concreto hubiera estado
allí conmigo, todo habría sido mucho mejor. Hasta el cartel de algún restaurante me lo dijo...
-kali dixit, kali drinkit-
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