Donosti, o la Ciudad más bonita del mundo
Apenas han sido dos días y escasos, pero volver allí me ha vuelto a revelar lo que me encanta esa
ciudad. Pasear por la Concha y por el centro de la ciudad, ir de madrugada al peine de los vientos,
hacer la calle Fermín a base de vinos y pinchos, pasar una mañana en La Perla, el pedazo de hotel
en lo alto del Monte Igueldo...
Sin embargo, lo mejor de todo el fin de semana, fue todo el día mágico, disfrutar de esa sonrisa y
recorrer otra vez más un mundillo mucho mejor. Creo que este será uno de esos fines de semana que
recordaré toda mi vida...
"Y el mundo, ajeno a lo nuestro, iba a su
velocidad..."