Inexorable
Inexorable es una de esas palabras que usamos más por su acepción
inferida por su uso común que por el conocimiento real de su
significado. Pues bien, hágase la luz:
inexorable.
(Del lat. inexorab.lis).
- . adj. Que no se puede evitar. El inexorable paso del tiempo.
- . adj. Que no se deja vencer con ruegos.
Inexorable es el tiempo, que pasa incansable, por mucho que queramos
retenerlo. Inexorable como una herida, que termina por curar por más que
nos empeñemos en mantenerla abierta. Inexorable como la muerte o como la
luz del sol entrando por tu ventana la mañana de después.
Inexorables son los latidos del corazón que nos impulsan a seguir
caminando cuando creemos que los caminos se cierran sobre si mismos para
impedirnos el paso. Inexorable es también la tristeza cuando se adueña
de nosotros, aunque no menos inexorable es el instinto de supervivencia
que nos lleva más tarde a dejarla atrás.
Inexorables círculos vitales que nos marean de norte a sur, creyendo
siempe haber encontrado el punto de inflexión, la piedra filosofal sobre
la que basar algún pilar de nuestra existencia, para después terminar
viendo que no existe más pilar que nuestras propias decisiones, nuestra
propia voluntad.
No menos inexorables son nuestros errores, repetidos hasta la saciedad
para demostrar que aquello de la raza superior, la inteligencia suprema
que ha de dominar el universo, no es si no un montón de experiencias
acumuladas para hacernos aprender, no sin antes habernos equivocado mil
veces y más al mismo respecto.
Inexorable es el ciclo lunar, que muestra su luz y mueve hasta las más
infinitas masas de agua, para luego desaparecer, con exactitud
matemática, noche tras noche, mes tras mes.
Todo en la vida tiene su punto inexorable. Por más que roguemos para
evitar que llegue, un día sucede, y generalmente cuando menos
predispuestos estamos para ello.
Nunca olvides que hasta el más impresionante de los fuegos, termina
inexorablemente reducido a cenizas. Sólo es cuestión de tiempo.