Miércoles, 26/03/2008 @ 07:56 PM

Arena en el desierto

Anoche tuve un sueño. Estaba en mitad del desierto, entre las dunas. El sol se hundía lentamente en el horizonte, creando un aura mágica de colores rojizos que lo bañaba todo.

En la cima de la duna, la luz del sol se reflejaba en los millones de granitos de arena que el viento se iba llevando sigilosamente, casi sin quererlo. Me quedaba hechizado mirando como, lenta pero incesantemente, el viento iba modelando figuras con aquella duna.

Parecía como si acariciase el cuerpo de una mujer, jugando con sus curvas, tratando de modelarlas y pulirlas, haciendo que sus manos creasen lo que, sin embargo, ya estaba allí. Como si la duna adquiriese esas formas sólo porque el viento le susurraba lo hermosa que podía llegar a ser.

La sombra de alguien pasando por aquella cima, larga a la luz de poniente, parecía llegar hasta donde yo estaba e invitarme a subir también, allí, a acariciar aquella piel sedosa que el desierto nos mostraba.

Cuando llegué a la cima estaba de nuevo solo, solo cara al viento que llegaba desde la media naranja en que se había convertido ya el sol en el horizonte.

Decidí sentarme, las piernas enrolladas delante de mí, a escuchar lo que aquél desierto tenía que contarme. La luz del sol apenas calentaba ya, pero la rena del desierto devolvía a la tierra ahora todo el calor que había acumulado durante el día, como si respirase en un ciclo interminable, siempre al caer la noche.

Me dejé mecer por el calor que emanaba y por el "sonido" de su respiración, y me concentré en escuchar el silencio que sólo rompía el viento en mi cara, el mismo viento que aún continuaba acariciando aquella piel sobre la que estaba apoyado.

En algún libro de Coelho leí sobre una historia de los pueblos beduínos del desierto, en que contaba cómo, si te parabas a escucharle con atención, el desierto podía hablarte, contarte sobre sus penas y las penas del mundo, y podías hablar con él como lo haces con un amigo.

En mi sueño, el desierto, que parecía girarse sobre sí mismo para hablarme al caer la noche, me habló sobre nuestro futuro...

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